lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuentos de Navidad 6ºB

LA TRAGEDIA PUEDE CAMBIAR POR NAVIDAD

Esta historia ocurre en una época llena de guerras y pobrezas, en Londres.

Hace 40 años se produjo un terremoto que dejo el mayor caos en 90 años.

Tres hermanos pobres, que vivían con sus abuelos en una humilde casa construida con un poco de cemento y varios palos, no tuvieron solución alguna contra el terremoto. Sus abuelos, que no tenían suficientes fuerzas para cuidar tres niños, murieron en el acto.

Los tres hermanos, de apenas 10 años, acostumbrados a la vida triste, siguieron su camino.

Cuando llegaron a un pueblo llamado “No me olvides”, no se encontraron a nadie por la calle, por esa razón siguieron adelante, hasta que su vista pudo hallar un hostal donde les ofrecieron pan y agua. Con esas pocas provisiones siguieron adelante. A continuación, prosiguieron su paseo por el pueblo y muy cansados cayeron sobre un campo.

Al día siguiente, de madrugada, emprendieron hacia un pequeño restaurante que se hallaba detrás de la niebla. Los dueños de ese lugar se llamaban los hermanos Menites. Pronto se hicieron amigos e hicieron un pacto:

-         Nosotros os podemos dar dinero, pero para eso debéis trabajar , propusieron los hermanos Menites.
-         ¡ Claro ¡  ¿ Como íbamos a rechazar una ayuda tan grande?, exclamaron los tres hermanos pobres.
-         De acuerdo, os daremos trabajo, pero, ¿sabéis atender a los clientes y servirles la comida?, preguntaron los hermanos  Menites.
-         Sí, si, antes de que nuestros padres murieran, les hacíamos de camareros, dijeron los tres hermanos pobres mientras empezaban a sollozar.
-         Lo sentimos, a lo mejor os podemos alegrar, este pueblo se llama “ No me olvides” porque nuestros difuntos, aquí, siempre nos acompañan, dijeron los hermanos Menites.


El día de Navidad en este pueblo es un día muy importante, porque todos los habitantes se reúnen en un lugar en concreto, encienden una vela por cada difunto y rezan.
Y en esos momentos, allí con ellos, sienten que sus familiares difuntos, están presentes, el día que nació Jesús.

Los tres hermanos pobres, después de dar las gracias a sus nuevos amigos, siguieron por las calles oscuras y una anciana que paseaba por la calle les preguntó:

-         ¿Qué hacen  en un pueblo como éste, de noche, unos niños? ,preguntó la anciana
-          Buscamos un lugar para pasar la noche, respondieron los tres hermanos.
-         No os preocupéis , yo vivo en una casa muy grande, os podéis quedar los días que queráis, dijo la anciana.
-         Muchas gracias, de verdad, dijeron los tres hermanos.

Pasaron la noche allí, en la gran casa de la anciana, pero se pasaron toda la noche dándole vueltas a la cabeza, pensando en lo que les dijeron los hermanos Menites.

Al día siguiente, 25 de diciembre, como todos los años los habitantes se juntaron para celebrar la Navidad, encendieron una vela por cada difunto y rezaron.

Los tres hermanos notaron que su madre estaba allí, junto a ellos, celebrando el magnifico día  en que nació Jesús y los hermanos Menites les preguntaron a los tres hermanos que querían por Navidad, y los tres hermanos dijeron:

-         ¡ Lo que sentimos ahora, el amor de una madre!
NOELIA NASARRE

EL BOSQUE MÁGICO
¡Hola! Yo soy Luz y os voy a contar una historia que me pasó a mí y a dos amigas, hace 120 años. Somos hadas, ellas se llaman Agua y Flora. Vivíamos en un bosque que no tenía nombre. Un día decidimos empezar  a preparar todo para la Navidad.  El señor tripa Azul era un pájaro carpintero que no creía en la Navidad, y vino a hablar con nosotras. Nos dijo:
¡La Navidad no existe!  Dejaros ya de tonterías.
Nosotras no le hicimos caso  y nos fuimos. Cuando acabamos todo ¡Ahhhh! no, todo no, se me olvidaba que faltaba la estrella del árbol. El señor tripa Azul se enfadó e hizo un hechizo para deshacer todo lo que habíamos hecho con tanta ilusión. Cuando vinimos de tomar el té ya no quedaba nada de lo que hicimos. Corriendo  fuimos a ver a la Reina. La Reina no pudo hacer nada y nos fuimos a casa. Al llegar a casa  nos encontramos con el señor tripa Azul y nos dijo:
-¿Os ha gustado mi hechizo?
-¿Ha sido usted? Le preguntamos.
- ¡Sí fui yo! Contestó.
Fuimos a ver a la Reina, la cual ella desterró al señor tripa Azul. Cuando se fue a otro bosque, nos pusimos manos a la obra. Ese día era Nochebuena y nos dió  tiempo de hacerlo todo menos buscar una estrella. Se nos ocurrió ir al lago helado, allí  había  un hombre que hacía  estrellas de Navidad. Había tres horas de camino, nos encontramos muchos animalitos. Cuando llegamos después de tres horas andando, encontramos a ese hombre, nos vendió esa estrella que brillaba tanto y era tan bonita. Nos costó 12 hojas de carrasca, para que me entiendas 24 €. A la vuelta a casa nos encontramos al señor tripa Azul. Nos dijo que le perdonáramos y le perdonamos. Cuando llegamos él nos ayudó a colocar la estrella. Ya creía en la Navidad y juntos celebramos aquella noche tan especial. Hay personas que no creen en la Navidad pero tú y yo sí que creemos y siempre creeremos en esta noche tan especial.
¡FELIZ NAVIDAD!                                              Luz   
Posdata: Se me olvidaba decirte que al Bosque le llamamos el bosque Mágico.

ELENA MARTÍNEZ

UNA NAVIDAD PARA DAR

Hace muchos años en un pueblo con pocos habitantes vivía una familia bastante rica, estas personas eran muy especiales y solidarias, ellos celebraban la Navidad de otra manera…
El día veintitrés de diciembre, el niño llamado Lucas, estaba emocionadísimo. Preparó toda la casa, montó un precioso árbol de Navidad y también un pesebre. Cuando estuvo la casa bien decorada se fue a comprar ropa y juguetes con sus padres.
Sus padres se llamaban Francisco y Carmen, vivían en una casa muy modesta. La familia hacían algunos de los juguetes a mano y vestían humildemente, por eso la gente del pueblo les juzgaba por las apariencias: como vestían, la casa que tenían… en vez de ver que eran felices sin lujos y con pocas cosas.
Por fin llegó el día de Nochebuena y la familia estaba más contenta que nunca, se abrigaron muy bien y se dirigieron los tres a la iglesia del pueblo para celebrar la misa del gallo. Cuando acabó la misa ya era de noche y como era tan tarde se fueron a su casa a dormir.
La mañana siguiente, que ya era día de Navidad, Lucas en vez de irse como haríamos cualquiera de nosotros a ver los regalos que le habían traído, él no se había pedido ningún regalo, por lo que no le trajeron ninguno, así que lo que hizo fue vestirse rápidamente, sus padres hicieron lo mismo y una vez todos listos se marcharon al orfanato y todos esos juguetes y esa ropa que compraron el día veintitrés los repartieron entre los niños del orfanato.
Seguidamente hicieron lo mismo con la gente del hospital, también con los mendigos y los colegios para discapacitados. Porque para ellos este era el verdadero Espíritu de la Navidad, ayudar a todos y compartir, a esta familia le daba igual lo que pensaran de ellos, porque lo que más les importaba era el amor y la alegría que inundaba sus corazones en estas fechas.
Pasaron los años y los padres de Lucas murieron, Lucas tuvo hijos y ellos hacían lo mismo que sus padres y abuelos, y aún a día de hoy los descendientes de esta familia siguen continuando esta preciosa tradición.
JAVIER DÍAZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.